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Wednesday, December 01, 2021

El cabildeo incentivado de los "think tanks” estadounidenses sobre Colombia

Por Lia Fowler*

Durante varios años, el presidente colombiano Juan Manuel Santos y su Partido Social de Unidad Nacional han estado buscando a toda costa apoyo político y financiero (por unos 450 millones de dólares) para desarrollar su “acuerdo de paz” con el grupo narcoterrorista FARC. Varios think tanks (centros de pensamiento) estadounidenses se mostraron dispuestos a promover dicha agenda e hicieron eco de forma desvergonzada a la propaganda de Santos, haciéndola pasar como análisis objetivo e investigación académica; siempre a cambio de incentivos económicos. Pero la íntima relación de estas organizaciones sin ánimo de lucro con los promotores del acuerdo entre Santos y las FARC tiene un alto costo para la comunidad a la que dicen servir –tanto en Estados Unidos como en Colombia– y puede constituir una violación de las leyes estadounidenses.

En la primera parte de esta serie se describió la labor del Atlantic Council como impulsor de la agenda de Santos a través de su senior fellow (experto de alto nivel) Miguel Silva, que casualmente era el encargado de la estrategia de comunicación de Santos. A cambio de ello, el Atlantic Council recibió jugosas donaciones del gobierno noruego y de la petrolera estatal noruega Statoil, ambos actores clave del acuerdo entre Santos y las FARC. Pero este think tank no era el único que se dedicaba a esa labor.

Diálogo Interamericano, un think tank con sede en Washington en cuya página web se proclama que es “uno de los 25 think tanks más citados en los medios estadounidenses” patrocina diversos actos con el Atlantic Council y otras entidades del mismo tipo. En junio de 2014 Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, pronunció el discurso inaugural en una discusión dirigida por Silva acerca de la carrera presidencial en Colombia. Y en febrero del mismo año ambos think tanks convocaron un conversatorio con Santos en el que, según la web de Diálogo Interamericano, el presidente colombiano promovió el acuerdo de paz y “llamó al presidente Obama a continuar prestando el apoyo estadounidense”. 

Diálogo Interamericano también ha promovido los intereses de Santos en sus publicaciones, y ha brindado acceso a políticos y medios de comunicación mediante las galas de sus premios y en actos extraoficiales. Así, en 2015 el enviado especial del gobierno estadounidense a los diálogos de La Habana entre Santos y las FARC, Bernard Aronson, obtuvo un reconocimiento especial en la gala del Premio al Liderazgo para las Américas de Diálogo Interamericano.

En octubre de 2015 este think tank recibió al entonces fiscal general de Colombia, Eduardo Montealegre en un encuentro extraoficial en el que, según el personal de Diálogo Interamericano, Montealegre y el think tank elaboraron de forma conjunta la lista de invitados, que no se ha dado a conocer.

En respuesta a la petición de comentarios, Diálogo Interamericano afirmó que sus miembros representan diversas posiciones y que sus donantes no influyen en su investigación ni en sus resultados. Pero es difícil descubrir ese equilibrio de puntos de vista en la promoción del acuerdo entre Santos y las FARC.

Pero los llamados expertos que determinan la posición de Diálogo Interamericano sobre Colombia no son ni académicos ni analistas. Son empresarios que contribuyen generosamente a la caja del think tank y casualmente también a las campañas electorales en que Santos es candidato, además de promover el acuerdo entre Santos y las FARC. A cambio, muchos de ellos han recibido lucrativos contratos del gobierno colombiano, lo cual hace pensar en una turbia relación basada en incentivos económicos entre el think tank, sus donantes y el gobierno de Santos.

Así, los colombianos que forman parte del consejo de liderazgo del presidente de Diálogo Interamericano son Carlos Enrique Cavelier, presidente de Alquería –una empresa de productos lácteos– y Carlos Andrés Uribe Arango, presidente de Ladrillera Santafé. Alquería figura en uno de los primeros lugares de la lista de donantes del think tank con un aporte de más de 50.000 dólares, mientras que Ladrillera Santafé aparece contribuyendo con una suma que está entre 25.000 y 49.000 dólares. En el Informe Anual de Diálogo Interamericano correspondiente al periodo 2013-2014 ambas empresas aparecen donando entre 25.000 y 50.000 dólares.

En 2014 el portal colombiano de noticias Las2Orillas.co incluyó a Alquería y Ladrillera Santafé en la lista de los principales donantes a la campaña de Santos a la reelección, ocupando Alquería el primer puesto. Cavelier ha sido también un destacado promotor del acuerdo entre Santos y las FARC. En noviembre de 2015 fue uno de los ocho empresarios que se reunieron con los equipos negociadores del gobierno y las FARC en La Habana, ocasión en que respaldó públicamente el acuerdo. En una entrevista con el diario español El País, Cavelier promovió la negociación y puso de manifiesto su plena confianza en los miembros de las FARC.

Ladrillera Santafé también ha disfrutado de una relación lucrativa con el gobierno de Santos. Según El Tiempo, en 2015 la empresa obtuvo tres licencias para extraer arcilla concedidas por la Agencia Nacional Minera. Los derechos de excavación abarcan entre 273 y 481 hectáreas en el municipio de Cogua y triplican el terreno en que se permite practicar la minería en la zona. 

La lista de donantes de Diálogo Interamericano incluye otros actores clave en la promoción del acuerdo entre Santos y las FARC, entre los que se cuentan el Grupo Prisa, propietario de Caracol Radio, Telefónica y el BBVA. Estas tres empresas españolas colaboraron con la Fundación Buen Gobierno, entidad dirigida por el hijo del presidente, Martín Santos, en la promoción de los acuerdos entre Santos y las FARC en un foro llamado “Beneficios de la paz en Colombia” que se presentaba como ocasión de “análisis” sobre el impacto del acuerdo pero era sólo una campaña de promoción de dicho acuerdo y el propio Santos se ocupaba de ella. En el caso del Grupo Prisa, su apoyo ha tenido recompensa: Caracol Radio ha recibido millones de dólares del gobierno colombiano por publicidad orientada a promover el acuerdo entre Santos y las FARC. La lista de donantes de Diálogo Interamericano también incluye a la petrolera estatal noruega Statoil.

La labor de cabildeo del Atlantic Council y Diálogo interamericano presenta el problema de que son entidades exentas de impuestos y en un caso financiada con dólares del erario estadounidense: la lista de donantes del Atlantic Council revela una donación de entre 250.000 y un millón de dólares del Departamento de Estado. Como tales tienen vedado el cabildeo como un componente “sustancial” de sus actividades.

“La idea es que las organizaciones de beneficencia (exentas de impuestos) se crean para servir al bien común y no a intereses particulares –explica Miranda Fleischer, profesora de Derecho en la Universidad de San Diego en una entrevista telefónica que tuvo lugar esta semana–, pero las reglas son tan permisivas que a veces las actividades que cruzan esa línea se cuelan entre las rendijas.”

Si la labor de cabildeo que llevan a cabo esos think tanks sobre Colombia llega a ser “sustancial” es algo que depende de un análisis del conjunto de programas y actividades de cada think tank, pero en lo que concierne a la relación entre el Atlantic Council y Miguel Silva, la profesora Fleischman fue tajante: “No revelar la función [de Silva] parece un error ético y de relaciones públicas”, concluyó.

Más preocupante, sin embargo, es la pregunta que formula Amos Jones, profesor asociado de Derecho en la Universidad de Campbell en Carolina del Norte, en una entrevista telefónica que tuvo lugar esta semana: "¿Por qué hemos llegado a un punto en el que los llamados centros de pensamiento (think tanks) se ven arrastrados a obrar como agencias de cabildeo? En los buenos viejos tiempos, se suponía que los académicos eran objetivos y que averiguaban lo que realmente estaba pasando... Ahora no hay verdaderos estudiosos. Todo el mundo se convierte en un prosélito de una ideología, lo contrario de quien busca o dice la verdad".

Desde la perspectiva estadounidense, Silva y el Atlantic Council podrían estar contraviniendo la Foreign Agent Registración Act (FARA, Acta de Registro de Agentes Extranjeros) de 1938, que exige a cualquiera que obre como agente de mandantes extranjeros registrarse ante el gobierno estadounidense.

“Esa acta está concebida –explica Jones– para que en Estados Unidos no resultemos engañados y para saber quién mueve qué hilos y por cuánto.” Aludiendo específicamente al Atlantic Council y Miguel Silva, añadió: “Es muy posible que ahí haya una actividad que no está registrada”.

Más importante es que tanto para la comunidad estadounidense como para la colombiana, la labor de esos think tanks no contribuye de una manera positiva a los debates ni a las decisiones sobre políticas públicas.

“Si esos llamados expertos supieran realmente algo y tuvieran una teoría plausible, podrían predecir efectivamente lo que ocurrirá”, señaló Jones.

En el caso de Colombia, lo que prueba que estos think tanks sirven sobre todo como caja de resonancia de sus donantes es su incapacidad para predecir los resultados del plebiscito del 2 octubre sobre el acuerdo entre Santos y las FARC. Al contrario de lo que se creía en Estados Unidos (que el acuerdo tenía un apoyo unánime, idea que promovían dichos think tanks), los colombianos rechazaron el acuerdo y sólo un 17% del censo electoral votó a favor. En este momento la pregunta es ésta: ¿cómo le darán los think tanks la vuelta al resultado para complacer a sus donantes?

El Atlantic Council hizo caso omiso de la solicitud de comentarios. Diálogo Interamericano contestó lo mencionado arriba.

(Publicado en Periodismo Sin Fronteras en octubre de 2016.)

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