Tres editoriales de El Tiempo
Hay días en que somos tan venturosos, tan venturosos, que podemos leer tres perlas espléndidas en el-único-periódico-de-circulación-nacional. Es que cuando decae la tensión electoral llega el momento de las cargas de profundidad.
Esta nota está escrita pensando en Colombia y es muy evidente el interés del editorialista en repetir lo que escribió la primera vez que se amenazó con suspender el despeje del Caguán: aunque acabaran con las FARC, al día siguiente otros tomarían sus banderas: otros peones del editorialista, obviamente. Los jefes de las FARC pueden sufrir la suerte de Al Zarqaui, y el interés del editorialista es prevenir un desenlace semejante, advirtiendo del peligro: es que eso sería sobre todo ridículo para el Secretariado, que ahora mismo podría buscar la impunidad y salvar sus millones, pero los patrones de Alternativa no los dejan. Lástima que la ignorancia sea tan grotesca, por ejemplo hablando de la guerra entre suníes y chíies: viven tan mezclados que en pocas semanas podría haber millones de muertos. Eso no ocurre porque no hay odio, sólo la resistencia de los mamertos de allá, el caos y el vacío institucional.
¿Hace falta alguna otra explicación del liderazgo colombiano en todas las modalidades del crimen que la perversión moral inducida por bazofia como este editorial? ¿A quién se le ocurre oponer el «derecho a la salud» con el negocio de los médicos y de los servicios sanitarios? ¿Es que no hay derecho a la salud? «Usted está sano, tenemos pruebas, a la cárcel.» Pero suponiendo deseable la atención sanitaria, ¿no hay derecho a comer, a estudiar, a disponer de una vivienda? Pues también hay que defender ese derecho contra el maldito ánimo de lucro de los panaderos, agricultores, albañiles y dueños de colegios. ¿Es que no son «derechos»? Creo que les hace falta mandar matar a varios millones de colombianos más para imponer sus retóricas criminales, porque cada vez salta más a la vista qué propósitos tienen.
Es como decir que si una empresa de cualquier parte va a Arabia Saudí acepta que sus empleadas no lleven minifaldas ni escotes. Sencillamente en China rigen unas leyes y las empresas juegan dentro de esas leyes, no es su tarea combatirlas, sino la de los ciudadanos, que de todos modos tienen gracias a la expansión de internet acceso prácticamente infinito a la información (por mucha censura que haya). Pero lo bueno es esto: objetivo del editorial, soliviantar a los anticapitalistas y antiamericanos con retóricas libertarias. Objetivo de esas retóricas: defender un mundo alternativo. Sentido de ese mundo alternativo: imposibilidad de acceder a internet, como les ocurre a todos los cubanos que no tienen que ver con la Nomenclatura. ¿O es que vamos a leer un editorial recordándonos que en Cuba ni siquiera se puede tener acceso restringido a la red? Por favor, es más fácil detectar atisbos de decencia en cualquier secuestrador o sicario.
(Publicado en el blog País Bizarro el 19 de junio de 2006.)
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